Las dificultades para acceder a los alimentos en los barrios populares de nuestra ciudad no son algo nuevo: hay toda una red creada, desde antes de la crisis, donde espacios como comedores le hacen frente a las urgencias del día a día. El aislamiento obligatorio, como es obvio, hizo más crítica esa situación: donde había comedores, empezaron a no ser suficientes y tuvieron que crearse nuevos. Toda esa enorme red solidaria que sostiene y termina haciendo efectivo un derecho tan elemental como la alimentación, es posible por dos cosas fundamentales: